domingo, 26 de junio de 2011

Cómo puedo pensarte todavía como un todavía, como si nos quedara la lluvia justo después de habernos mojado. Se enlazarán nuestros pensamientos en una única corriente astrológica que supera toda razón posible, se enlazarán bruscamente bailando sobre las teclas de un piano de museo cuyo sonido apacigua al silencio, se enlazarán como nervios nervados neviscas nebulosas nacimientos. No sabremos dónde ir por no haber inventado aún el camino, por ir cargados de piedras y ladrillos de un lugar para otro demoliendo las ciudades con párpados de hierro, destrozándonos el cuerpo con las raíces de los árboles. Pintaremos fractales bebiendo sorbos de morfina en cada cama donde nos levantemos sin ropa con un sudor rancio; seremos la mitad de una risa en medio de un bar que no cerrará antes de nuestra huida. Intentaremos no gritar bajito que Artaud tiene cuerdas en los ojos, que las mañanas empiezan al mediodía y hay que ocupar todas las butacas, que Neal Cassady es el nombre del tercer orgasmo en el mercadillo de un pueblo sin agua, que guardamos las larvas entre las axilas porque siempre estamos cerca del hueco y el miedo no truena, es un tren de ventanales amarillos tornillos de papel maché enredándonos el hígado piñata donde la infancia busca su sentido. Brincaremos sobre la luz. Desinventaremos todo lo que no hallamos inventado nosotros, curraremos en el vivir como un oficial de segunda construyendo un bosque en la gran vía con sopranos martillos azules punzantes ante crías que necesitan ser amamantadas con aire. Colocaremos un telón sobre cada rostro oprimido por la contención de no agitar fuerte los brazos y ser un ave del paraíso, por el bla bla bla hecho puré debajo de la lengua y una marcha de pinceles masturbará a nuestras madres antes del café que arde y no arrasa con nada.

Todavía

Todavía

Todavía

Todavía estoy empezando a escribirte y cuando existas habrá realidad.

sábado, 25 de junio de 2011

Jack Kerouac

No hagáis períodos que separen frases-estructuras ya confundidas arbitrariamente por falsos puntos y comas y por tímidas comas, en realidad inútiles, y servíos en cambio de una energética abertura que separe la respiración retórica -igual que el músico de jazz toma aliento entre las distintas frases ejecutadas-